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“Hay miedo a hablar del cambio climático, la gente sólo piensa en economía y seguridad”

Pilar Bueno, subsecretaria de Cambio Climático y Transición Ecológica del municipio, habló sobre la elección de Rosario como única ciudad argentina que formará parte del programa que permitirá a Pymes y emprendedores trabajar en prácticas responsables

(Nicolas Stulberg)

Rosario fue elegida como la única ciudad argentina para formar parte del programa Ciudades en Movimiento, que permitirá en los próximos dos años a pequeños empresarios y emprendedores compartir experiencias, identificar riesgos y elaborar acciones para moderar los efectos del cambio climático. La iniciativa es impulsada en forma conjunta por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ICLEI-Gobiernos Locales por la Sustentabilidad, Resilient Cities Catalyst y el Instituto de las Américas.  

El proyecto apunta al desarrollo de proyectos locales y al intercambio de experiencias con las ciudades brasileñas de Fortaleza y Manaos; Ambato, en Ecuador; Renca, en Chile; la capital de Guatemala; las mexicanas Mérida y Hermosillo; las colombianas Cali y Cartagena, y las caribeñas Freeport (Bahamas) y Bahía Montego (Jamaica).

Pilar Bueno, subsecretaria de Cambio Climático y Transición Ecológica Justa de la Municipalidad de Rosario, contó en La Marca de la Almohada los alcances del programa y las razones de la elección que recayó sobre la ciudad.


“Rosario es seleccionada por su tradición en materia de acceso y de implementación de proyectos internacionales, pero también porque hizo un fuerte esfuerzo para la elaboración de un plan local de acción climática, de modo participativo. Estos esfuerzos que a veces uno a veces dice ‘son planes, son sistemas’, son importantes para los financiadores internacionales porque dan una señal clara de que sabemos lo que queremos hacer, que además monitoreamos lo que hacemos y que eso es transparente para toda la ciudadanía”, explicó sobre los elementos que destacaron a la ciudad ante la mirada del comité evaluador.

“Tenemos 62 medidas en este sistema. Este proyecto está enfocado en una de ellas, que alude a las medidas de adaptación, es decir el ajuste frente a los efectos del cambio climático particularmente para pequeñas y medianas empresas de la ciudad y micro emprendimientos de la economía social”, añadió.

El trabajo llevó a realizar un proyecto específico con las pequeñas y medianas empresas y los emprendedores. En ese trabajo se realizó una evaluación de riesgos conjuntos, lo que permitió comprender en el corto y mediano plazo cuáles son las afectaciones teniendo en cuenta la localización dentro de la ciudad, la actividad que desarrollan, el perfil, si exportan o no o cuántos empleados tienen.

“No es lo mismo cómo te afecta nueve o diez horas de calor seguidas si estás en el medio del microcentro, donde tenés un huevo frito en términos de isla de calor, que si estás en el norte de la ciudad. No es lo mismo cómo afrontar algunos temporales, como por ejemplo vientos, si estas localizado en el norte o en el sur. El primer paso radica en poner a la ciencia y a la política a dialogar de un modo específico. Que cada actor conozca estos riesgos, los reconozca y los evaluemos. Y en función de eso podamos generar acciones específicas para cada caso. Tenemos cerca de 300 establecimientos en la ciudad que trabajan el programa de buenas prácticas ambientales”, detalló Bueno.  

La funcionaria explicó que parte de la tarea es salir de la dicotomía entre encarar prácticas sustentables y obtener réditos económicos. “Trabajamos para que esa dicotomía se diluya”, aseguró.

“Es posible generar compatibilidad. Implica esfuerzo y cambios de cultura empresarial. No hace sólo a la reducción de emisiones, sino esto que alude a la adaptación, que se trabaja mucho menos. Muchas veces pensamos a las personas en la calle, la ola de calor, a nivel domiciliario. Pero las sequias, inundaciones, temporales, olas de calor, están afectando ya nuestra producción. Lo que pasa es que no se mide en clave de cambio climático. La recepción que tuvimos con el programa de buenas prácticas es muy buena. Las empresas, instituciones y clubes, que son los que participan en este programa, vienen trabajando súper bien. Tenemos cada vez más demandas y pedidos para que los podamos acompañar”, marcó con entusiasmo respecto al cambio de mentalidad en algunos actores de la economía.

Por último, marcó el rol que las ciudades deben tomar para frenar los efectos del cambio climático.

“En las ciudades se generan entre el 75 y el 80 de las emisiones. Pero a su vez en las ciudades se experimentan estos eventos y efectos del cambio climático y los riesgos climáticos crecientes. Nosotros somos parte del problema, pero también de la solución. Las ciudades deben asumir un liderazgo significativo. Poder medir inversiones, evaluar el cambio climático y sus impactos. A veces hay miedo de decirle a la gente sobre el cambio climático  porque la gente solo piensa en economía y seguridad. Hablar de economía y seguridad es hablar también de cambio climático.  Hablar de cambio climático es hablar de política, de economía, de cambio cultural. Nuestra posición es que la gente comprenda que hablar de cambio climático no es hablar de la pérdida de una especie como algo suelto. Está cambiando nuestro modo de vida, de producir y mucho más de lo que entendemos. Todo esto va a suceder cada vez más y tenemos que estar preparados como ciudades para hacer frente y aprovechar para no estar al final de esas decisiones”, concluyó.