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Barrio Olmedo se perfila como un nuevo polo gastronómico y cultural

La expansión de Pichincha generó un corrimiento de la zona de bares y boliches hacia el sector entre Francia y Ovidio Lagos. ¿El Palermo Hollywood rosarino?

Barrio Olmedo tiene potencialidad para convertirse en el Palermo Hollywood rosarino. Como expansión de la mancha de Pichincha, es un nuevo polo gastronómico y cultural que se está gestando en el cuadrante entre Francia y Ovidio Lagos, Tucumán y avenida Rivadavia y su continuación Del Valle, una zona que toma ribetes cool con restaurantes temáticos y boliches alternativos. Ahora es conocido como barrio Olmedo, aunque en principio se le llamó Pichincha Viejo.

Técnicamente todo es el mismo barrio, pero la parte de los bares, las papas con cheddar y las hamburguesas, se conoce hoy como Pichincha. Y Olmedo comenzó hace un tiempo a mostrar características diferentes. En Olmedo hay restaurantes temáticos y étnicos; un componente más local, de barrio y “honesto” en oposición a las franquicias que se multiplican en Pichincha; y boliches que no son de “cachengue”, sino que tienen un perfil más cool, rocker o alternativo.

En gastronomía están Tora Izakaya y Masaru Ramen (comida japonesa); el food park Gorostiaga con múltiple oferta de comida peruana, mexicana y asiática; Kiku Sushi; El Mesón y Ajoarriero (española); Lemon City (china); Nonno Mario (italiana); el bar escondido Saita, Vermutería Zapata, el bodegón El Popular, Jimmy, Villamil, El Luchador, y pizzería Gran Argentina. Para el público más joven hay birrerías como Cervario, Nitro, La Fábrica, Corner, Boulevard (ex Fenicia), Almirante, Baltimore y Mons.

Y es muy fuerte la parte cultural y bolichera con Club de Maltas, Sala de las Artes, el CC Güemes, García, Casa Brava, Bon Scott, Furia, Mística, Russia, el pool Suipacha, Rooftop o Wes. Los boliches se terminan yendo ahí por el tamaño de los locales, y seguramente porque todavía hay más tolerancia de los vecinos respecto del ruido.

Una de las razones que atribuyen desde la Secretaría de Desarrollo Económico del municipio es que al crecer Pichincha y Refinería, es natural que algo derrame a esta zona que está en el medio. En Pichincha ya no quedan más locales y los alquileres son más caros. Por eso se produce un corrimiento a un área cercana. En principio, se pensaba que el efecto se iba a sentir más en Refinería. Pero como el barrio tiene un uso urbanístico de edificios, grandes condominios y torres, seguramente tendrá su impronta pero no necesariamente va a ser de entretenimiento, esparcimiento o gastronomía más clásica.

El fenómeno ya se dio, por ejemplo, en Buenos Aires. Primero existió Palermo, y después surgieron otros apellidos, mientras la zona crecía y se “comía” los márgenes de los barrios contiguos como Colegiales, Caballito o Villa Crespo, rebautizado Palermo Hollywood para darle un nombre más cool. El rebranding se lo dio la llegada a la zona de los canales de televisión como América. Los programas terminaban tarde, y las estrellas salían a tomar algo, por lo que se empezaron a instalar alrededor bares y restos más exclusivos, temáticos, con ideas de afuera. Así, Soho quedó como lo clásico: birras, hamburguesas, papas, feria. Y al otro le quedó Hollywood porque la gente que salía a comer se cruzaba famosos todos los días.

Versión local

Si Pichincha es Palermo Soho, Olmedo sería Palermo Hollywod. En el caso de Rosario las estrellas y famosos no hacen tanta presencia. Pero sí está la oferta temática y que apunta hacia lo contracultural. Los gastronómicos de la zona creen que lo que la diferencia es que no se rige por moda, por lugares que abren con alto nivel de publicidad y marketing, sino que hay mucha autogestión en los eventos que cada uno hace. La gente es distinta a la de Pichincha, con menos producción, menos frenesí y están más relajados.

Otro diferencial es que varios de los que hacen las propuestas étnicas lo llevan en la sangre. No es cocina de libros, ni porque viajaron. Hay una identidad en juego. Eso hace que privilegien los productos que les gustan y generan experiencia, no lo que más vende, y cambiarlo si no es rentable. Además, sostienen que siempre que se desarrolla una moda, aparece una contracultura que los lugares deben capitalizar si quieren crecer y generar una identidad: van todos a Pichincha, se llena todo, no podés estacionar, y se van a otro lado cerca.

Por eso en el barrio se está gestando un polo con propuestas más genuinas, alejadas de una mera reproducción de una “Pichincha 2”, donde se multiplican las franquicias de pizzerías, heladerías y birrerías en lugar de hacer un producto “real“. Así, van apareciendo locales con una misma impronta en la zona, que pueden hacer pensar en características colectivas medianamente heterogéneas para armar otro modelo. En principio, que hay más riesgo para elaborar las propuestas. Hoy en Pichincha nadie abriría un resto de comida vietnamita, y en el nuevo Palermo Hollywood podría ser posible.

Los comerciantes dicen que este es el próximo nivel de ciudad que quieren que tenga Rosario. Pero además de las propuestas, aseguran que el consumidor tiene que demandar y acompañar. Quizás esta cuestión de comodidad de no querer aglomerarse, no poder estacionar o que haya muchos controles de alcoholemia es lo que hace que las personas vayan a esta nueva zona, más que su apuesta consciente a un proyecto nuevo. Pero todo sirve para construir una Rosario con una oferta diversificada.