A partir de los datos oficiales de la Provincia, el economista y docente de la UNR ofreció datos reveladores sobre la distribución territorial de las preferencias electorales y esbozó algunas razones para esa heterogeneidad
Lo primero que se difunde mediáticamente tras una elección como la de las PASO de Santa Fe de este domingo 16 de julio es el cuadro de la cantidad de votos de cada fuerza o candidato en cada jurisdicción, pero una información relevante que se puede desagregar de ellos son las diferencias territoriales al interior de los distritos. Eso fue lo que hizo Lavih Abraham, licenciado en Economía de la UNR con maestrías y doctorado en Ciencias Sociales en Flacso, además de miembro de la Sociedad de Economía Crítica y de MATE (Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía). Este martes, estuvo en los estudios de Radio Universidad para dialogar con el programa Apuntes y Resumen sobre ese análisis basado en los barrios de Rosario.
Lo que motivó el estudio es indagar “la distribución espacial del voto en la ciudad, tanto respecto de las fuerzas, de los precandidatos como de los votos en blanco y nulos”, explicó el economista. Detectar los patrones diferentes de comportamiento electoral.
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Ese desagregado adquiere trascendencia, señaló, en particular de cara a las generales en la categoría de Intendente. Allí, describió, el 10 de septiembre se dará una suerte de ballotage, ya que de los 19 precandidatos que compitieron en la primaria sólo quedaron los triunfadores en dos alianzas, las únicas que consiguieron superar el piso del 1,5% del padrón local. El actual jefe del Palacio de los Leones, Pablo Javkin, por la reelección y dentro del frente Unidos, y la para algunos sorpresiva promoción del referente de Ciudad Futura, Juan Monteverde, que consiguió superar los votos del otro postulante en el espacio Juntos, el peronista Roberto Sukerman. Así dadas las cosas, Abraham interpretó que la disyuntiva de voto será, para simplificar, continuidad o cambio.
Respecto a los dos contendientes que sortearon las PASO, el economista trazó el esquema de voluntades territoriales que sumó el radical: entre bulevares, o sea en lo que se denomina centro rosarino, obtuvo en promedio un 32% de los votos válidos totales, lo que consideró una cifra alta. Ya en el macrocentro y barrios cercanos, su performance descendió unos cinco puntos, y la caída de apoyos fue más notoria en los distritos sur y oeste, particularmente en las seccionales 4, 5 y 6, donde la cosecha desciende hasta 10 puntos respecto a la zona central.
No es un dato singular, explicó, sino que responde a la lógica de los desempeños de los gobiernos socialistas y frenteprogresistas locales, en particular en los primeros tiempos, antes de que desplegaran mayor presencia territorial. Y el apoyo a Javkin en los comicios que lo llevaron al Ejecutivo rosarino, en 2019, mostró un patrón similar.
Dentro del mismo frente Unidos, agregó Abraham, el desempeño del precandidato del PRO, Charly Cardozo, tuvo la misma lógica, aunque varios escalones por debajo en cantidad de votos: obtuvo entre 5 y 6 puntos en el centro, la mitad (de 2,5 a 3) cruzando los bulevares y una caída pronunciada, hasta 1, en los barrios periféricos. Excepto en Fisherton, aclaró el autor del trabajo de análisis. Un caso diferente fue el del postulante que más amenazó la victoria de Javkin, el periodista Miguel Ángel Tessandori. El análisis lo posiciona con una cosecha espacial de respaldos más pareja. Incluso, con un mejor desempeño en la zona sur de la ciudad.
Respecto al otro candidato que sorteó las las PASO para la categorìa Intendente, Abraham marcó que Monteverde, a diferencia de su futuro adversario radical, cosechó un voto homogéneo en toda la ciudad, con algunos picos obvios como Nuevo Alberdi, en el que Ciudad Futura (desde que era el movimiento Giros), realiza desde hace años un trabajo militante intenso, que de hecho es la insignia con la que se presenta. El vencedor en la interna con el peronismo tuvo más adhesiones en el macro centro que en el centro, señaló el investigador, donde consiguió de uno a tres puntos extra, y decayó en algunos barrios en los que Roberto Sukerman es más fuerte, lo mismo que el PJ. Sobre todo en el sur. Ciudad Futura, por el contrario, tiene más arraigo en el norte, en particular en los barrios Arroyito, Alberdi, La Florida y, por supuesto, Nuevo Alberdi ya en el extremo noroeste.
La distribución no es obvia, y tiene sus razones
El estudio territorial de los votos no habilita conclusiones sencillas. Varios factores lo complejizan. Abraham recordó que, por ejemplo, el centro es de mayor desnidad poblacional, por lo que buenos resultados en sus distritos redundan en una suma relevante de votos. Y también es la zona en la que se da una mayor participaciòn de electores (en estas PASO, un 65% frente al 55% del resto de la ciudad). El docente e investigador de la UNR explicó que en la base de esta particularidad no están las características del votante medio sino más bien el modo de organización del dispositivo electoral.
El centro, detalló Abraham, está dividido en 30 circuitos, todos de superficie relativamente reducida, de entre tres y cuatro manzanas. “Ningún elector, allí, camina más de tres o cuatro cuadras hasta el cuarto oscuro“, señaló. Y, en el otro extremo, citó el ejemplo de la seccional 14, que limita con las vías de Felipe Moré, el borde del municipio al oeste, al sur se extiende más allá de avenida Pellegrini y llega hasta calle Córdoba. “Es gigante”, resumió. Y entonces, a los vecinos de los barrios que componen esa extensa área les pueden asignar un lugar de votación que está a unas 30 cuadras o más. Y hasta se dá el caso de miembros de una misma familia que votan distanciados en una magnitud similar. Con lo cual, hay una gran diferencia en cuanto a facilidades o escollos para cumplir con el deber ciudadano.
Lo que sigue: las generales
Una pregunta clave, siguió el economista de la UNR, es cómo se reconfigura el esquema de 19 candidatos en ocho espacios, que compitieron en las primarias, para la elección definitiva de septiembre con sólo dos opciones. Es interesante indagar sobre la dinámica entre esos dos momentos, refirió Abraham, sobre la base de que en la periferia rosarina logran más peso electoral los candidatos más débiles en cuanto a cosecha de votos. En esas zonas, afinó la característica, llegan a duplicar su performance.
Respecto de las campañas que se darán los candidatos que quedaron en pie, Abraham arriesgó que una descripción de la disyuntiva para los electores puede simplificarse en la alternativa “continuidad o cambio”, por la particularidad de uno que se postula a la reelección y surgió de un partido centenario, y otro referente de una fuerza con pocos años y que no se desgastó en un cargo de gestión.
Muchos factores jugarán, en esa categoría como en las restantes, a la hora del complejo mecanismo por el que se decide el voto. El famoso “enojo con la política” influye en comicios locales, aunque su fundamento muchas veces hace pie en cuestiones macroeconómicas que se organizan más allá de las fronteras municipales e incluso provinciales. A su vez, señaló Abraham, el desencanto con la política como espacio de transformación social mudó en considerarla un receptáculo de reclamos que en cierta forma diluyen la lógica de participación en función de una actitud mayormente demandante del sistema.