La primaria del peronismo a intendente dio la sorpresa en Rosario. Una sangría de 100 mil votos en cuatro años, el aporte del Movimiento Evita y el “baño de peronismo” a Ciudad Futura, entre las claves.
Por Nicolás Maggi
El triunfo de Juan Monteverde en la interna peronista para definir el candidato a intendente fue el batacazo de estas Paso 2023 en Rosario. El candidato de centroizquierda fue aliado con el Movimiento Evita y dio la sorpresa al vencer a Roberto Sukerman en las primarias de Juntos Avancemos, una derrota que en la previa no era algo esperable, luego de la buena performance que había tenido en las últimas elecciones ejecutivas. Entre las claves, hay errores propios que le costaron al postulante del justicialismo perder 100 mil votos desde 2019; el aporte del Movimiento Evita para “bañar de peronismo” al candidato de Ciudad Futura, captar electores del PJ y hacerlo entrar en algunos barrios.
La interna estaba hecha a medida de Sukerman. Único elector que podía aglutinar el voto duro del peronismo, arrancaba con un piso alto contra Monteverde, a quien le hubiese convenido que haya dos candidatos del justicialismo, que dividan votos “puros” e imponerse con menos esfuerzo. El mano a mano le quedaba más incómodo y por eso la victoria tiene más épica. Ciudad Futura se la jugó a todo o nada, quizás intuyendo que era el momento adecuado para arriesgar, la oportunidad para ir “por adentro” sumando al Movimiento Evita y tratar de captar un voto progresista, de centroizquierda, y del kirchnerismo paladar negro cansado de Omar Perotti. Fue una jugada pragmática y audaz, que podía salir bien o no alcanzar para dar vuelta un partido que arrancaba con ventaja del ex ministro.
Hace solo cuatro años, Sukerman había quedado en la puerta de la Intendencia al perder contra Pablo Javkin por solo 8 mil votos, un punto y medio. Su visibilidad y nivel de conocimiento era alto. Luego ocupó cargos en el gabinete provincial de Omar Perotti (primero en Trabajo, luego en Gobierno) y una vez afuera cultivó un perfil bajo. Retornó como candidato, pero su campaña no fue muy efusiva. Como si confiara en imponerse en las primarias con el aparato y se guardara todo para la general. Confiado en retener la cosecha de 2019 y tratando de sumar, el ex ministro se subió al frente Juntos Avancemos con Ciudad Futura para traccionar votos en sectores a los que no llegaba, y así lograr acercarse más al Palacio de los Leones recortando esa pequeña diferencia que le había negado el triunfo cuatro años antes.
Pero como dice el twittero Carlos Maslatón, “en política el invento siempre revienta al inventor”, y al final Ciudad Futura, con el aval del Movimiento Evita entre sus filas, le comió votos peronistas y le ganó la disputa. La fuerza con origen en Nuevo Alberdi, que arrancaba más abajo, se tomó la carrera a las PASO con mucha seriedad y caminó fuerte el territorio. Monteverde se mostró en todos lados, debatió en la televisión, el movimiento en redes fue muy notorio y se tiró toda la carne al asador en la cartelería y folletería en la vía pública. Como se dice en la jerga: la militaron toda.
En las elecciones de 2019 Sukerman había juntado 171 mil votos. En las Paso 2023, llegó a 72 mil. Una sangría de 100 mil votos que puede asociarse a la baja intensidad de su campaña; a su participación como ministro en un gobierno gris que no llegó a enamorar a nadie en Rosario, y que sufrió un estruendoso llamado de atención en estas elecciones primarias por la gran diferencia entre Maximiliano Pullaro y Marcelo Lewandoski a gobernador; y a su desaparición de la esfera pública en el último tiempo.
Pero quizás el más importante sea un error de lectura. El Sukerman de 2019, luego de 30 años de socialismo y en plena levantada peronista tras cuatro de Mauricio Macri, representaba un cambio y oxigenación en su segunda elección a intendente tras haber perdido en 2015. Pero después de cuatro años de una gestión provincial que tuvo muchas fallas y errores no forzados, especialmente en seguridad, y de un gobierno de Alberto Fernández que no le encontró la vuelta a la inflación, hoy la renovación parece estar en otro lado. El Movimiento Evita y Ciudad Futura son identificadas como fuerzas jóvenes, dinámicas, y críticas con esa herencia del justicialismo más tradicional que hoy representa el rafaelino y a la que Sukerman quedó de algún modo pegado, sin hacer demasiado por desvincularse.
Espíritu de época
Contrariamente a lo que hizo su rival, Monteverde logró sintonizar mejor con otro momento de la política y de la ciudad, retener todo lo que tenía e ir por más. En las generales de 2019 salió cuarto con 79 mil votos, apenas detrás de Cambiemos que fue tercera fuerza con 81 mil. En 2021 se presentó a concejal y sacó 78 mil. Este domingo, otra versión del candidato se hizo con 77 mil votos. Fue un Monteverde moderado, más propositivo que denunciador, que cambió la remera y la camisa a mitad de camino entre una identidad proletaria y reminiscencias cubanas por el saco sport y la polera a la Steve Jobs.
El mensaje de que se junten los que opinan parecido y venían compitiendo, repartiéndose votos en lugar de sumarlos, prendió en una parte del electorado. La alianza logró instalar un sentido de la sensatez, del no sectarismo, de terminar con las divisiones y aunar fuerzas para jugar en serio. Más allá de que hizo una campaña muy activa, evidentemente el apoyo del Movimiento Evita le sirvió a Ciudad Futura para “bañar de peronismo” al candidato y entrar en algunos lugares, como barrios donde la militancia de la organización es muy firme. Pero sobre todo le aportó desde lo simbólico, porque -intuyen desde el Evita- muchos peronistas lo votaron en la interna.
Así, Monteverde ganó su primaria en 18 de las 22 seccionales de la ciudad, con fuerza en el centro, macrocentro, la zona norte y el corredor oeste. Sukerman solo se impuso en las seccionales del sur y sudoeste profundo de la ciudad, bastiones históricos del peronismo clásico. El candidato de Ciudad Futura resultó el candidato más votado, quedando primero en términos generales, en las seccionales 7º (Pichincha y Agote), 8º (Puerto Norte y Refinería), 9º (Lisandro de la Torre), 10º (Alberdi y el extremo norte) y Sub 2º (Nuevo Alberdi).
Se repitió mucho que el justicialismo no va a tener candidato propio por primera vez desde la vuelta de la democracia. Pero no es cierto. En 2007 y 2011 el Frente Para la Victoria llevó como postulante a la intendencia a Héctor Cavallero, de extracción socialista, aunque con un armado mucho más relacionado a los aparatos del PJ. En cambio, Monteverde es un outsider absoluto, con un marco ideológico con muchos puntos en común y hasta una visión de horizonte similar, pero estructura y ADN propios. Un hecho extraño en lo que alguna vez fue llamada “la capital del peronismo”. Pero este lunes empezó otra campaña hacia septiembre, y eso ya poco importa.