Organizaciones ambientales aseguran que una investigadora realizó durante dos años un relevamiento financiado por la Unión Europea que muestra la afectación que provoca en la población el material utilizado para la actividad agrícola
Un estudio elaborado por la investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Virginia Aparicio, que aborda el efecto de los agrotóxicos en seres humanos, animales, plantas y cursos de agua, no podrá ser difundido por orden del director del INTA. Organizaciones ambientalistas denuncian que se trata de un caso de censura. Aseguran que el instituto busca evitar que se conozca la contaminación que provocan en la salud de la población y del medioambiente los elementos utilizados para la actividad agrícola.
En diálogo con La Marca de la Almohada el activista ambiental y social Santiago Ortigosa detalló que Aparicio venía trabajando desde hace dos años en un estudio que es financiado por la Unión Europea y que, en el caso de América Latina, sólo participó Argentina. La investigadora tenía previsto presentar los resultados el 21 de junio, pero una semana antes el director del INTA, Carlos Parera, le notificó que debía suspender la exposición de los datos.
“Ahí empieza un conflicto. La sociedad quiere saber qué está sucediendo con esta crisis ambiental, respecto a los agrotóxicos. Hace un mes que no hay respuesta. Virginia no puede exponer el trabajo, que era un muestreo biológico de agrotóxicos en humanos, en animales, en el suelo, en el aire, en las lluvias, en las lagunas, en los arroyos. Es preocupante que te oculten la información”, aseguró Ortigosa.
Setenta y tres personas, de distintos pueblos, fueron sometidos a estudios. Todas mostraron que tienen partículas de agrotóxicos en la sangre. “La situación es bastante grave porque fueron cargas altas que salieron en el cuerpo. Se trata de cubrir que no salga algo porque si sale a la luz tienen que tomar medidas políticas. Los pueblos que estamos rodeados de cultivos no podemos seguir viviendo así. Y el agrotóxico llega a las ciudades a través de los alimentos”, alertó el ambientalista.
Dos de las personas que se sometieron a estudio hicieron públicos los resultados. Una vive en Balcarce y la otra en Tres Arroyos. Una de ellas presenta siete tipos de agrotóxicos en sangre. Ortigoza aclaró que no se sabe aún el efecto que podría tener en la salud “a mediano y largo plazo”. Y aclaró: “Son personas que no trabajan en el campo. Trabajan en universidad o tienen comercios. No trabajan con agrotóxicos, fumigando”.
Por otra parte, dijo que en zonas como Balcarce se constata que “hay mucha gente enfermándose de cáncer”, y que aparecen además enfermedades como “celiaquía, hipotiroidismo o abortos espontáneos”.
“Se las relaciona mucho con el agrotóxico. El tema es que desde los municipios no hacen un relevamiento de enfermedades. No les conviene porque tienen que buscar las causas. Y te tenés que meter contra un lobby empresarial, contra el poder. Y con gente de la política, que tienen sus campos y producen”, concluyó Ortigosa.