Conocido referente comunista de la ciudad, expuso una idea rupturista del trabajo en el Palacio Vasallo, no desde un escritorio y rodeado de asesores sino en los territorios para definir los problemas, identificar sus causas y construir las soluciones con los vecinos y las organizaciones de la sociedad
El Champa es el único postulante a una banca en el Concejo que se reconoce comunista, y lo hace dentro de un espacio afín pero amplio que, además, lleva para la Intendencia a Roberto Sukerman y para la Gobernación a Leandro Busatto. Estuvo en los estudios de Radio Universidad y en el programa Apuntes y Resumen conversó sobre su voluntad de romper con el esquema clásico de trabajo en el recinto deliberativo.
Galiotti identificó como requisito inicial para ocupar un cargo política la pregunta “qué tipo de sociedad queremos”. En esa línea, señaló que su inclusión en la lista es para promover una propuesta alternativa y hasta opuesta a las prácticas del Concejo, desde el cual, sin olvidar los contextos provincial, nacional y global, se pueden construir soluciones a los problemas locales sin esperar todo de medidas emenadas de otros niveles jurisdiccionales.
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El precandidato puso en valor una trayectoria en el Partido Comunista con alcance regional que le permitió conocer experiencias de otras geografías que pueden ser inspiración en Rosario. Nuevos modelos de transporte público y de salud en otras latitudes, por ejemplo.
Respecto al sistema público de transporte de pasajeros, en caída libre desde hace décadas, describió su derrumbe de calidad con unas pocas cifras: en el censo de 1990, recordó, Rosario registró una población de 700 mil habitantes, y en ese momento circulaban por sus calles 960 colectivos. Tres décadas después, en la ciudad viven el doble de vecinos pero los colectivos descendieron a 670. La consecuencia: una degradación del derecho a trasladarse y de la calidad de vida. “Hoy, cada unidad de transporte corta 36 boletos en promedio por hora, según datos del año pasado de la Municipalidad. ¿Cuántos rosarinos dejaron de transportarse?”, interrogó el Champa.
Remitió el derrumbe del sistema, desde el punto de vista de los derechos del ciudadano, en una ordenanza del año 1993 hecha a medida de los dos grandes empresarios que manejaropn por años el sistema de transporte de pasajeros. Para ellos, un negocio redondo. Y volvió sobre las cifras ilustrativas: en la década de los 90, pasaba un colectivo de cada línea cada 7 minutos, y ahora lo hace, con suerte, cada 30 o 40. No es sólo viajar, aclaró: la espera prolongada, entre otros efectos, impacta sobre la inseguridad.
Galiotti insistió en que lo que pretende con su incorporación a la lista de Juan Giani es proponer una mirada distinta de la ciudad en lo social cultural y político, y romper la lógica de un cargo con asesores desde un escritorio para ir a organizarse junto a la sociedad para resolver en conjunto los problemas.
Sobre ese cambio de lógica, señaló que los gobiernos, de todos los niveles, vienen interactuando con el poder establecido, el que no se vota. “Proponemos construir poder popular desde los clubes, las vecinales, las organizaciones sociales, los sindicatos, los colectivos feministas, la universidad”, resumió la alternativa. La necesidad es, completó, de mayor participación, conocimiento de los problemas y de sus causas.
El Champa aclaró que su incorporación al espacio peronista es consecuencia de trabajos conjuntos con, por ejemplo, la Corriente Nacional de la Militancia, referenciada nacionalmente con el actual jefe de Gabinete y precandidato a vicepresidente Agustín Rossi. Hay, explicó, una sintonía en la interpretaciòn de las causas de los problemas y de sus soluciones.
Otro de los aspectos en los que Galiotti marcó diferencias con las políticas públicas locales que se llevan adelante es en el ámbito de la cultura. Consideró que, sin ser generoso, el área tiene un buen presupuesto, pero el problema es que, desde su óptica, está concentrado en algunas actividades no prioritarias. “No debe ser para contratar a grandes figuras sino para recuperar de las culturas de las mafias y el delito a los barrios periféricos”, resumió para, al mismo tiempo, trazar la diferencia entre el sector público y el privado.
Que los vecinos puedan volver a disfrutar de los espacios comunes, del encuentro y de la comunicación, marcó el paradigma alternativo a lla tarrea cultural del Municipio. Recuperar lo que el miedo arrebató, porque, repitió, esa es la función del Estado en territorios donde el delito le “compite” gobernabilidad y reclutamiento de ciudadanos con sus propias reglas de criminalidad.