La falta de agua y pasturas obligó a los productores a liquidar existencias antes de tiempo y eso repercutirá hacia fin de año, advirtió un referente de frigoríficos regionales. La sobreoferta hizo que el precio de los cortes quedara rezagado respecto de la inflación general, pero aún así la demanda no creció por el bajo poder adquisitivo del consumidor promedio
Dos millones de toneladas. Es la cifra del déficit de oferta de carne vacuna para el próximo período que estimó el presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (Fifra), Sebastián Bendayan Breser, en diálogo con el programa Apuntes y Resumen. El motivo: la sequía, que aunque ya cesó hará sentir las consecuencias en el mediano plazo.
La industria cárnica, a raíz del fenómeno, experimentó niveles de faena por encima del promedio de años anteriores: unas 13 millones de toneladas. Es que los productores debieron anticipar las ventas de sus animales ante la imposibilidad de alimentarlos. Un perjuicio doble, porque enviaron al mercado vacunos no “terminados” (por debajo del peso estándar) e incluso gran cantidad de vacas preñadas, con lo que se afectó la retención de vientres.
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Bendayan Breser explicó que esa sobreoferta de cortes cárnicos hizo que sus precios no acompañaran la inflación general. Contra la lógica oferta-demanda, siguió el referente industrial del sector, no hubo un correlato en el consumo, que se mantuvo en los mismos niveles. Es que, interpretó, la difícil situación económica general hizo que, aun con valores relativamente económicos, no haya dinero en los bolsillos para aprovecharlos.
En términos más precisos, el titular de Fifra, que agrupa a frigoríficos chicos, medianos y grandes, tanto dedicados al mercado interno como exportadores, estimó que los precios de la carne vacuna –promedio de todos los cortes– se movieron un 70% interanual contra una inflación en el mismo período de 110%. El sector industrial calcula así un retraso en el orden del 45/50%.
El escenario no sólo es preocupante fronteras adentro, agregó. En el mercado externo sucede algo parecido en términos de caída de la rentabilidad para la cadena. Señaló que las exportaciones están fuertemente concentradas en el mundo asiático, básicamente en China. Y aunque la poderosa nación aumentó sus compras a la Argentina respecto del semestre anterior, forzó operaciones a menores precios. De un promedio de seis mil dólares la tonelada, a cuatro mil. Ello como fruto de un particular sistema de comercialización, en el que es el Estado, no las empresas importadoras individualmente, quienes presionan por valores más bajos. Y lo hace una vez que el producto está en los puertos locales, con lo que es imposible para el vendedor resistir ese embate, con todos los costos de los fletes ya erogados y la mayor pérdida que implicaría volver los cargamentos a origen.
El presidente de Fifra destacó que el negocio de la carne bovina en la Argentina está fuertemente dirigido al mercado interno, que absorbe el 70% de la producción. Y contrastó esa realidad de la de otro gran productor regional, Uruguay, donde la ecuación es inversa: exporta el 80%.
En el país, añadió, la fuerte dependencia asiática de las exportaciones hace que ese mercado externo no compita con el interno, porque se trata de vacas conserva, de más edad y peso. Es que los chinos buscan aumentar sus consumos de proteína animal, que no se degrada por sus tradicionales modos culturales de cocción, más prolongados y que no requieren de cortes “tiernos” como los preferidos en la Argentina.
Bendayan Breser adelantó que la federación preparó un documento que pondrá a consideración por estos días de los precandidatos a cargos tanto ejecutivos como legislativos, a nivel provincial y nacional, referido a un plan ganadero estratégico que, lamentan los industriales del sector, no existe. Proponen programas a 15 o 20 años vista, que necesitan de un consenso no sólo dentro de la cadena cárnica sino también político, porque debe trascender los períodos de cuatro o seis años de los mandatos. Dentro de ese planteo, se incluye un programa de capacitación a los productores para optimizar la creación de proteína animal que demanda crecientemente el mundo y está instalada en alto nivel entre los argentinos.