Este lunes declaró Lucas Mac Guire, presente en el momento en que se llevan a su padre las fuerzas armadas. Las pruebas y los testimonios de la familia Mac Guire aportan a demostrar la connivencia de la dictadura con la Iglesia
Estas últimas semanas se estuvo desarrollando en los Tribunales Federales de Rosario el juicio oral y público de la causa Guerrieri IV, donde se juzgan 116 casos de delitos de lesa humanidad. Este lunes declararon los hijos de Santiago Mac Guire, privado de su libertad en un Centro Clandestino de Detención en un predio de la iglesia católica, puntualmente, el Ceferino Namuncurá, en Funes.
En los estudio “Juane Basso” de Radio UNR recibieron hoy a Lucas Mac Guire, hijo de Santiago presente en el momento del secuestro. En el transcurso de la charla fue compartiendo distintos recuerdos, deseos y sensaciones a partir de haber declarado por primera vez en tribunales. Recordó que en el momento del secuestro volvían de la escuela en bici con su padre, cuando los tiran a la calle con un auto y se lo llevan a Santiago, dejándolo a él solo en la calle. Sobre esto agregó que además de secuestrar “hicieron abandono de persona, porque a un chico de 5 año si lo dejas tirado no es por misericordia”.
Recapitulando sobre la militancia de Santiago empezó contando que fue uno de los fundadores de los curas tercermundiastas de Rosario, movimiento que había comenzado a mitad de los 60 en Brasil. En ese tiempo y durante 10 años su gran territorio de militancia fue el barrio Saladillo, donde movilizó para crear una sala de primeros auxilios, una escuela, una iglesia y gestionó la construcción de una red de agua potable clandestina la cual posteriormente tuvo que defender. Cuando dejo de ser sacerdote se sumo a la organización Montoneros.
Hubo un énfasis de Lucas en remarcar la incorporación importante que dan con sus testimonios a la causo sobre la vinculación de la Iglesia con la dictadura, sobre esto afirmó: “Yo pienso que no fueron cómplices, fueron co-autores”.
Sobre las sensaciones que le dejo haber podido declarar dijo: “Es un deber cumplido. Era una deuda para mí, y en lo colectivo una deuda para la historia y para la memoria, la verdad y la justicia. Era también una deuda con las compañeras y compañeros, hermanitos míos, que perdieron a sus padres en esta historia descabellada y terrible que fue la argentina de los 70, en la dictadura cívico militar y eclesiástica”.
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