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Para siempre recordar y Nunca Más repetir

En el Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia, entrevista a Alicia Acquarone

El 24 de marzo es un día muy significativo en la historia de nuestro país y principalmente en nuestra memoria. El golpe cívico-militar de 1976 y la más horrenda dictadura que se recuerde se extendió durante siete años y perforó todos los estratos sociales cortando de cuajo la cadena de la vida cotidiana y la libertad que por derecho todos merecemos y que, por mucho tiempo, pasó a las sombras.

Desde 1983, cuando los argentinos recuperamos la democracia, cada 24 de marzo conmemoramos el Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia para recordar a las víctimas de la sangrienta represión a la que estuvo sometido nuestro país y para reconocer el valor y la lucha de quienes resistieron el régimen opresivo impuesto. La realidad revive al pasado, es un llamado a la reflexión sobre los valores de la democracia, los derechos humanos y la Justicia. Y también una manifestación necesaria para construir una sociedad más igualitaria y solidaria.

La memoria es una herramienta fundamental para recordar lo que sucedió en el pasado y para construir un futuro sin los mismos errores. El trabajo colectivo es arduo y constante. Año tras año los argentinos plantamos la semilla del recuerdo y la revivimos de muchas maneras. En ciertas ocasiones a través de películas como “Argentina, 1985”, que nos permite revivir lo que fue el juicio a las juntas militares que llevaron adelante el golpe sometiendo en la oscuridad al país durante largos años; otras escuchando a quienes trágicamente conocieron las barbaridades a flor de piel.

En ese marco la web de Radio Universidad Nacional de Rosario entrevistó a la licenciada Alicia Acquarone, politóloga, ex docente universitaria y columnista de nuestra radio, la 103.3, quien brindó un análisis completo de sus vivencias, visiones y creencias de lo que fue un episodio oscuro en la historia argentina.

¿Qué significó el 24 de marzo de 1976 para la historia política del país?

Como todo en la historia argentina tiene el lado blanco y el lado negro. El 76 fue el último golpe de Estado. Eso tiene de bueno, que fue el último. Pero fue el más sangriento aunque todos lo fueron. Este tuvo la particularidad de cómo se desarrollaron las acciones de los militares y cómo se organizaron para dominar y hacer desaparecer a una generación. Fue un golpe que se veía venir. Yo era joven y estaba en plena actividad política, pero no fue el único golpe de Estado que viví. Lamentablemente yo desde el 55 para acá viví todos los golpes de Estado que existieron, con la diferencia que en el 55 era una niña de tres o cuatro años y en el 76 yo ya estaba graduada. ¿Cómo uno puede vivir esa circunstancia de absoluta ausencia de libertad, esa sensación de inseguridad absoluta? Por suerte, por la lucha de las madres y las abuelas que vivieron esa situación, a ustedes no les toca vivir algo similar. A mí me agarró dando clases en Arquitectura. Éramos ayudantes, entramos a dar clases en el 75 y ya en marzo del 76 vino el golpe y tuvimos que desaparecer de la facultad. Y uno no sabía ni de quién dependía, ni con quien hablar. Recuerdo que me decían que tenía que caminar con el tránsito en contra y tener todos los cuidados. Era joven, universitaria y encima licenciada en Ciencia Política, imagínate lo que era eso, debía tener una vida falsa. No contabas quien eras, ni que hacías, o de donde venías o a donde ibas.

¿Vio un cambio significativo en su vida personal?

Si, absolutamente. No tenía libertad en cuanto a las prácticas, si te quedabas sin actividad en la universidad esa información quedaba ahí. No existía internet como ahora. El mundo se había transformado en un mundo ajeno en el cual vos eras un átomo. Sólo podría ser pensado en una comunidad o en una relación afectiva, en tu propia familia, dentro de tu casa y nada más. El afuera era una cosa ajena que se te enfrentaba y que no te brindaba ninguna seguridad. Salías y no sabías si volvías. Después de enterarme de los campos de concentración dije bueno, no quiero saber más nada, hasta que llegué, porque no podía vivir más.

¿Veía como eso afectaba al resto?

Si, claro. Las relaciones con los matrimonios amigos empezaron a cortarse, directamente ya no nos veíamos. Cuando vos te encontrabas con algún compañero de la facultad en ciertos momentos, en circunstancias como la calle, vos lo mirabas y no sabías si te convenía saludarlo o no. Y si te agarraban y te violentaban no sabías si eras capaz de callarte la boca. Esas cosas las veíamos siempre. A la vuelta de mi casa salían todas las noches la banda de disfrazados de la policía a levantar gente. Por esas cosas me impresiona cuando uno dice “ay, esta democracia a la que le falta tantas cosas”. Y así es, le falta mucho, tenemos trabajo que profundizar, pero sin dudas está lejísimo del infierno que vivimos en la última dictadura.

Y en relación a lo simbólico, ¿qué significan para usted los términos Memoria, Verdad y Justicia? ¿Qué significa “nunca más”?

Uno siente un gran orgullo de que en la Argentina pudimos lograr una política de Estado sobre estos temas. Es la primera gran política que fuimos capaces de construir colectivamente desde la recuperación de la democracia. Este año cumplimos 40 años de democracia y todavía siguen muchos de los juicios por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura sin concluir, pero aún así se demuestra el trabajo extraordinario de las madres, abuelas y de los hijos de desaparecidos. Es un ejemplo para el mundo, no existió nada igual, ni siquiera en Alemania después del nazismo. Porque ellos juzgaron a los cabecillas y nada más. Nosotros vivimos un golpe de gracia que también marcó un cambio en la estructura económica de la Argentina.

¿Cómo analiza ahora los avances hechos en los campos judicial y político, en la lucha contra la impunidad y el esclarecimiento de aquellos hechos?

Creo que todas las luchas tienen avances y retrocesos y en estos 40 años que cumplimos entiendo que estamos retrocediendo. Lamentablemente, el discurso político va para atrás, no la gente que lleva siempre adelante la lucha, ellos me emocionan, aunque de vuelta uno escuche discursos que hasta hace 10 años no se podían decir. Y no porque no se pensaban, sino porque no se animaban a decirlo. Hoy lo hacen y hasta lo actúan, y eso es terrible. Son antidemocráticos, autoritarios, terroristas y los ves en todos lados, como en muchos candidatos del PRO, en Milei y sus seguidores, o en el hijo del represor de Tucumán (Ricardo Bussi, hijo del ya fallecido dictador y gobernador tucumano Antonio Domingo Bussi). Tenemos que estar atentos.

Ante ese nivel de libertad en el cual todos pueden decir cualquier cosa ¿cómo se controla el uso de esa libertad, o es un fallo de la democracia?

Ninguna declaración de esa naturaleza puede ser considerada como el ejercicio de la expresión personal de las ideas. ¿Por qué? Porque lo que permite que esas personas realicen esos actos contra la democracia es la debilidad de las instituciones democráticas. Digamos, la democracia se fortalece en la medida en que se fortalecen sus instituciones. ¿Estamos hablando de una democracia liberal, no es cierto? No estamos hablando de una democracia socialista. No, estamos hablando de una democracia liberal que es el modelo del siglo 19. El tema es que esa acumulación de derechos y garantías que fueron conquistados con la lucha de las mayorías no valen por sí mismas, requieren de instituciones y personas que lleven adelante la vida de esas instituciones para que se cumpla. En primer lugar, una deuda que tenemos nosotros es con el Poder Judicial. Nunca se pudo avanzar sobre él a pesar de las reformas constitucionales que intentaron ponerle freno a ese poder acrítico. Ahora, ¿es un problema solo de Argentina? No, es de América Latina. Y el avance de la derecha es un problema mundial. La historia es cíclica, pero siempre en niveles distintos.

Entonces, Alicia, ¿qué hechos, acciones o medidas creé que son necesarias para mantener los valores y la memoria en una historia tan cíclica?

La memoria está, es como parte de un todo y me siento orgullosa de poder seguir sosteniendo eso porque ahí hay firmeza. El problema es hacerlo realidad, materializarlo en los actos cotidianos, cuando tenemos tanta debilidad institucional y registramos como normal muchas cosas que deberíamos frenar. Es vergonzoso como está funcionando la Legislatura provincial; es penoso que la policía sea socia del negocio del narcotráfico y de la muerte. Perdimos la comunidad, la fe, el compromiso, el impulso generacional por la educación que siempre fue, en el pasado, una forma de aspiración personal. Lo único que nos despierta pertenencia a un colectivo es cuando juega el seleccionado de fútbol. Si hay algo que lograron las abuelas, las madres, los hijos y estas organizaciones de la sociedad civil es eso. Pero, ¿de dónde vino tanta fortaleza? De una sociedad que las y los acompañó, de saber que la causa que ellas representan es la causa de todos. Hay que salir a defender, todos, sean peronistas, radicales, comunistas, todos, estos años de democracia. Porque una cosa es lo que pensamos, cómo proyectamos el futuro, y otra cosa es este piso de democracia.

Finalmente, ¿qué le diría a los jóvenes que nunca vivieron esos procesos antidemocrático?

Primero que nada, tenemos que reforzar la enseñanza. ¿Cómo puedo recordar algo que no sé que existe? La memoria hay que mantenerla y en eso fallaron los planes de estudio de todos los niveles. Es algo de construcción cotidiana. Lo segundo sería empezar a generar dirigentes que por lo menos nos muestren un mayor compromiso con lo colectivo, con el nosotros, y resolver esta tensión tan terrible con la pobreza porque nunca vivimos algo así.  Y tercero y final, abrir el corazón, tener más compromiso con el otro y dejar esta cuestión irascible que tengo para reconocer que hay que ayudar al prójimo no solo por ser bueno sino porque mi propia vida no va a poder vivir si esos ciudadanos están en ese nivel de exclusión. De esta forma nadie puede compartir con nadie, y nosotros somos privilegiados, así que asumamos eso y demos una mano para equiparar esta situación tan asimétrica.

*Nota redactada bajo programa de Práctica Preprofesional