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Distintas miradas sobre el primer día de Lula presidente

Economista, ecofeminista, dirigente del PT y periodista coincidieron en marcar señales de ruptura con el bolsonarismo en el discurso y primeras acciones del líder político que inicia su tercer mandato

Este domingo Lula da Silva asumió por tercera vez como presidente de Brasil. Al acto asistieron alrededor de 300.000 personas en Brasilia y no contó con la presencia de su predecesor, Jair Bolsonaro.

El nuevo presidente de Brasil habló en la toma de posesión de la democracia, el hambre, la deforestación, y remacró la situación en que dejó el país su antecesor. En su discurso, donde dijo que la democracia había sido la “gran vencedora” de las elecciones, Lula aprovechó para analizar otras problemáticas que aquejan a Brasil como la miseria, la violencia y la deforestación de la Amazonía. “Voy a gobernar para 215 millones de brasileras y brasileros y no solo para quienes votaron por mí”, prometió el mandatario.

Este lunes, el presidente Alberto Fernández mantuvo una reunión bilateral con el flamante jefe de Estado de Brasil en el Palacio Itamaraty para relanzar la relación entre ambos países tras la gestión de Jair Bolsonaro. Lula visitará Buenos Aires el 23 de enero.

Para profundizar sobre las primeras repercusiones, Apuntes y Resumen habló con la periodista de C5N Daniela Ballester la cual se encuentra en el vecino país.

“El acto de asunción se vivió muy emotivo y con mucha esperanza del pueblo brasileño de lo que viene de ahora en adelante”, afirmó la periodista. Y agregó: “No podemos dejar de mencionar que Brasil también es un Brasil dividido, en el que Bolsonaro obtuvo un caudal importantísimo de votos y hasta los últimos días había quienes en las calles pedían intervención federal, de los militares, así que el discurso de Lula además de ser emotivo, focalizado en la pobreza y en la desigualdad y en todo eso que el promete cambiar con salud, con educación, con programas como el de la bolsa familia y otras medidas para sacar a los brasileños de la pobreza, intentó pacificar y llevar paz al pueblo brasileño”.

Ante la negación de hacer el correspondiente traspaso de Bolsonaro, integrantes de etnias y minorías sociales le entregaron la banda a Lula. La mujer que le colocó la reconocida banda con los colores de la bandera brasileña fue identificada como Aline Sousa, de 33 años, que se dedica al reciclado desde los 14. Además, Sousa preside una red de cooperativas de coleccionistas y es una de las articuladoras nacionales del movimiento.

También estuvieron Ivan Baron, un influencer con parálisis cerebral causada por una meningitis viral y el cacique Raoni Metuktire, uno de los principales líderes indígenas de Brasil, reconocido mundialmente. Medio locales precisaron que de la ceremonia participaron también Francisco, un niño de 10 años, que obtuvo el primer lugar en el campeonato de natación de la Associação Aquatica Paulista de 2022; Weslley Rodrigues Rocha, un obrero metalurgico; Murilo de Quadros Jesus, profesor de portugués; Jucimara Fausto, cocinera; y Flávio Pereira, un artesano que asistió a una vigilia en Curitiba durante el arresto de Lula.

“Fue una alegría inmensa porque Lula consiguió hacer de una cosa muy negativa, que fue la fuga de Bolsonaro al no pasarle la banda presidencial, a una cosa extremadamente positiva, en que el símbolo de la presencia del pueblo representado por diversas personas de varios sectores sociales. Acabó significando esta toma de posesión del pueblo junto con el pueblo, para el pueblo, entonces fue un símbolo muy fuerte, muy poderoso”, afirmó por su parte Graciela Rodríguez, eco-feminista miembro de la Red de Género y Comercio y coordinadora del Instituto EQUIT.

“Acá en Brasil estamos muy felices, fue la victoria de la democracia, del pueblo, de los pueblos originarios, y contra mucha fuerza, la extrema derecha no quería valores, no tenía límites para hacer la disputa electoral, fue un juego sucio y muy difícil, pero el pueblo ganó, estamos muy contentos”, dijo Sergio Godoy, docente de la Escuela de Formación del PT.

Y agregó: “No reconocer el resultado de la elección fue una acción muy fea, muy antidemocrática de Bolsonaro. No ha llamado a Lula, no ha hecho ninguna charla reconociendo nada, pero en verdad fue por otro lado mejor porque pudimos organizar un acto simbólico que representó la elección, no fue solo una victoria del PT, fue algo mucho más grande. Entonces representar esto con un dirigente de los pueblos originarios, con el pueblo negro y las mujeres, pudimos hacer un acto simbólico. Hubo mucha gente, muchos militantes acompañando acá en Brasil, vinieron en coche, autobus, avió, más de 6000 personas para conmemorar este hecho, entonces yo creo que fue muy simbólico. Lula se quedó muy sensible, muy emocionado, lloró muchas veces”.

Finalmente, Eduardo Crespo, ‎especialista en Desarrollo Económico, master en Economía y doctor en Economía por la Universidad Federal de Rio de Janeiro, expresó su sorpresa por lo ocurrido durante la asunción formal de Lula.

“Mejor de lo que esperaba”, resumió sobre la presunción de que las primeras decisiones y palabras del líder del PT iban a ir en dirección a una “administración”, aunque menos regresiva, de lo que dejó su antecesor en el Planalto. “El discurso, el primer decreto y los anuncios” del dirigente nacido al calor de las luchas sindicales fueron, a juzgar por Crespo, en dirección a una transformación profunda del escenario recibido.
Para el especialista, Lula enfrenta dos desafíos principales. Uno de ellos es político cultural: superar la polarización. “No se puede convivir con un odio permanente, es inviable, porque además se da en medio de una gran circulación de armas”, explicó el investigador.
La otra tarea imprescindible, continuó Crespo, es “salir del estancamiento económico para reducir las desigualdades”. Aclaró que eso “no será fácil”, porque deberá desarmar por las transformaciones estructurales regresivas instaladas por el bolsonarismo.
El economista destacó que para llevar adelante su gobierno, Lula deberá construir una “gran alianza en el Congreso”, con “acuerdos amplios, pero como fueron el primer y segundo gobierno de Lula, una alianza rota en la gestión de (la presidenta surgida también del PT) Dilma Roussef”.