Los indicadores económicos argentinos empeoraron desde que se solicitaron los préstamos al Fondo Monetario Internacional. La deuda pública puede llegar hasta el 97,7 % del PBI, por lo que es el país más endeudado de la región
* Por Alejandro Arnoletti
Una nueva misión del Fondo Monetario Internacional arribó este lunes a Buenos Aires para analizar el estado de las cuentas del Gobierno Nacional y así habilitar un nuevo desembolso de dinero. En el caso de superar las metas propuestas, el organismo desembolsará alrededor de 11 mil millones de dólares, que le servirán a la Argentina para el repago de deudas.
La misión estará encabezada por el italiano Roberto Cardarelli. El delegado del FMI mantendrá reuniones con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne; el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, y no se descartan encuentros con representantes de la oposición. Esta situación está dada ante la presencia del año electoral y la opinión de varios referentes que ya adelantaron que pedirían una renegociación del acuerdo.
La vuelta del Fondo Monetario a la Argentina se terminó de sellar el pasado 12 de junio, con la firma de Memorándum de Políticas Económicas y Financieras. El documento fue rubricado por el entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Allí le solicitaron al FMI la aprobación de un Acuerdo Stand-By por un período de 36 meses y un monto de 50 mil millones de dólares. Aquel acuerdo era preventivo y consistía con un desembolso inicial de 15 mil millones de dólares y el resto utilizable en el caso de ser necesario.
Desde ese momento no hubo una mejoría de la situación económica argentina y la incertidumbre continuó. Por solo citar un ejemplo, la cotización del dólar pasó de 24,96 pesos en mayo a 41,25 en octubre. El 17 de ese mes se firmó un nuevo Memorándum, aprobado rápidamente por el organismo y dado a conocer un día después de que Diputados aprobara el Presupuesto 2019. En esa proyección para este año hubo ajuste en todas las áreas menos en el pago de intereses de la deuda. El préstamo original de 50 mil millones de dólares se extendió a 57 mil millones de dólares.
En este nuevo acuerdo se aprobó que en lugar de que los desembolsos sean precautorios, es decir, que el Gobierno podía decidir usarlos o no, pasaron ser de “apoyo presupuestario”. Esto quiere decir que todos los fondos disponibles van a ser utilizados. Además se modificó el esquema de entrega del dinero, con un fuerte acompañamiento en cercanías a las fechas de las elecciones presupuestarias. Tras las elecciones, esos aportes se “planchan”.
Otro de los puntos sobresalientes marca que para sostener económicamente al actual Gobierno, el FMI brinda el grueso del aporte durante la gestión de Mauricio Macri. La próxima administración deberá abonar estos montos, principalmente durante 2022 y 2023.
Las proyecciones que el Fondo Monetario estableció para la Argentina fueron demasiado optimistas y en la realidad se terminó viendo otro panorama. La estimación de la tasa de desempleo varió desde el 8,5 por ciento proyectado para 2018 al 9,8 por ciento estimado en octubre. Y previo a esa rúbrica, el organismo había analizado que la tasa alcanzaría el 8,9 por ciento. De esta forma el mismo FMI consideró que las políticas acordadas tendrían un impacto negativo profundo en el mercado de trabajo. Incluso previó que las medidas fiscales tendientes a conseguir un déficit primario cero aumentarían las problemáticas de empleo, con un incremento que alcanzaría de 10,9 por ciento.
La previsión de inflación también se vio alterada de forma notable. Cuando en el acuerdo de junio se esperaba una inflación interanual del 31,7 por ciento, el guarismo subió a un 43,8 por ciento en el octubre de enero. La inflación real medida por el INDEC terminó ubicándose en el orden del 47,60 por ciento. Para 2019 no se espera que el Gobierno consiga la “victoria” prometida sobre la inflación y según las estimaciones la ubican en un 29,9 por ciento en promedio.
Los volúmenes de la balanza comercial también empeoraron en relación con los datos de las proyecciones. Cuando en junio se esperaba un superávit en el comercio exterior de 700 millones de dólares y de 4000 millones de dólares para 2019, los datos preliminares a diciembre indican un déficit comercial de 3820 millones de dólares para 2018, según datos del INDEC. Estas cifras se acercan a las estimaciones previstas por el Gobierno en el Presupuesto 2019, que marcan un déficit de 4600 millones de dólares para 2018 y un superávit de 5800 millones de dólares para 2019.
Aún más sorprendentes son las estimaciones del FMI en octubre, en las que preveían un superávit comercial de 3300 millones de dólares para 2018 y de 12.200 millones de dólares para 2019. Para cumplirse esta meta, el Gobierno necesitaba un superávit de 10 mil millones de dólares en el último trimestre de 2018. Ese valor fue positivo pero solamente en 2600 millones de dólares.
Otra de las erráticas predicciones del Fondo estuvo en el Producto Bruto Interno. El impacto de los acuerdos tiró hacia la baja a las distintas estimaciones. En junio el organismo consideró un crecimiento del 0,4 por ciento para 2018 y de un 1,5 por ciento para 2019. Pero en octubre estimó una caída del 2,8 por ciento para el año pasado y del 1,7 para el corriente 2019. En su informe Perspectivas de la Economía Mundial, el organismo mantuvo la previsión para este año, pero estimó un crecimiento del 2,7 por ciento para 2020.
La asistencia solicitada al Fondo Monetario Internacional no es la única que el Gobierno pidió en estos tres años. Por tal motivo Argentina se transformó por lejos en el país más endeudado de la región. La deuda pública pasó del 53,3 por ciento del PBI a fines de 2015 al 77,4 por ciento a mediados de 2018, mientras que el promedio regional alcanzó el 41 por ciento. Pero con el último dato oficial, del tercer trimestre de 2018, alcanzó el 95,4 por ciento del PBI. Y a eso, si se le suma el último desembolso del fondo, la estimación llegará al 97,7 por ciento. Para el panorama argentino es peor aún la situación ya que el 75 por ciento está en moneda extranjera, lo que dificulta aún más su pago.