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Alta en el cielo

“Si se revisa cómo se movió la tasa, se podrán encontrar todos los hechos históricos de Argentina”. En la actualidad, la tasa de interés argentina es la más alta del mundo pero no la de su historia

* Por Alejandro Arnoletti

La tasa de interés fue sostenida esta semana por el Banco Central de la República Argentina en un 40 por ciento. Ese valor se mantiene inalterable desde mayo, cuando el organismo decidió llevarla a ese nivel para frenar la corrida cambiaria que devaluó el peso. A pesar de ello, no consiguió el resultado deseado.

Desde que el BCRA decidió elevar la tasa, la de Argentina es la más alta a nivel mundial. A una amplia distancia la siguen Surinam y Venezuela, con 25 y 20,81 por ciento cada una. Si bien es el porcentaje más alto desde que Mauricio Macri está en Casa Rosada, en la historia de nuestro país se pueden hallar otros superiores.

El economista Federico Fiscella concluyó en diálogo con el portal de Radio UNR que “si se revisa cómo se movió la tasa, se podrán encontrar todos los hechos históricos de Argentina”. En tal sentido, se podrán encontrar cómo momentos significativos o políticas de Estado fueron de la mano con la decisión de subir o bajar la tasa de interés.

Fiscella explicó: “Hasta el final del segundo peronismo y el arranque de los militares, Argentina no había sido un país desprolijo, no tuvo grandes procesos inflacionarios y contaba con una industria mediana que se podía sostener”. A partir de allí “se destruyó la industria nacional que necesitábamos, arrancaron las inflaciones desmedidas, el peso se devaluó, la tasa de interés creció enormemente y la actividad quedó nula”. Por lo tanto manifestó: “Argentina se volvió una guarida financiera y el dinero comenzó a sacarse al exterior”.

El gráfico que acompaña este informe cuenta con su primer valor al 30 de julio de 1988 y en ese momento la tasa de interés era del 281,69 por ciento. Un año después Argentina comenzó a sufrir la hiperinflación que acabó de forma anticipada el Gobierno de Raúl Alfonsín y culminó en 1990. Entre mayo y junio de 1989 la tasa llegó a un 1210 por ciento y coincidió con el período entre las elecciones que convirtieron como presidente a Carlos Menem y la asunción del político riojano.

El pico llegó entre abril y mayo de 1990, en pleno proceso inflacionario. Allí la tasa de interés alcanzó el 1390 por ciento. En esos dos años la inflación fue de 3079,50 y 2314 por ciento. Fiscella indicó: “La tasa de interés estuvo en ese nivel para contrarrestar la inflación por encima del 1000 por ciento. En los 90 arrancó siendo fuerte porque venía alta del gobierno de Alfonsín. Menem la bajó a casi cero, aunque algo había, y la tasa de interés fue razonable como en todo el mundo, de un dígito”.

Una vez contenida la inflación y, salvo durante unos meses de 1993 y 1995, la tasa de interés estuvo por debajo del 10 por ciento en el menemismo. A medida que fue avanzando la crisis económica que sumergió a la Argentina en el mandato de De La Rúa, el valor fue creciendo. En contrapartida la inflación en 2000 y 2001 fue negativa por la falta de consumo. Desde noviembre de 2001 a enero de 2002, la tasa de interés alcanzó el 80 por ciento. Con el fin de la Convertibilidad cambiaria, la inflación llegó al 40 por ciento en 2002 y la tasa de interés alcanzó un pico del 91 por ciento, en mayo de ese año y ya en la presidencia de Duhalde.

En la etapa kirchnerista la tasa de interés fue de la mano con la inflación. En esos 12 años la política fue la de favorecer la economía real. Federico Fiscella recordó: “Los negocios de la economía real daban el 60 por ciento. Si del lado del consumidor la inflación era, por ejemplo, del 15 por ciento y el banco otorgaba un 15 por ciento, se decidía gastar el dinero. Del lado del comerciante, con el gasto que había y la gente consumiendo, en los negocios de consumo la rentabilidad era de alrededor del 2000 por ciento. Entonces se motivaba a producir, a importar y a vender”. “Ese esquema era el de favorecer la economía real: el de la gente, el del empleo y de los sueldos. Se forzaba a la gente a comprar o construir”.

Un cambio total de paradigma es el desarrollado por la actual gestión. “La política macrista es dar un par de puntos por encima a lo que esté marcando la inflación en promedio”, señaló el economista y agregó: “Se favorece haciendo fuerza desde la tasa de interés para que todo se retraiga y los que puedan apuesten a las lebacs”. “El proyecto nacional es esa tasa porque desde la ortodoxia liberal se considera que así se ordena el número de inflación y otros que ven desordenados. Pero la pureza a veces deja a un montón de gente afuera y ni siquiera termina funcionando del todo porque no logran controlar la inflación, por ejemplo”, manifestó.

Un cambio total de paradigma es el desarrollado por la actual gestión. “La política macrista es dar un par de puntos por encima a lo que esté marcando la inflación en promedio”, señaló el economista y agregó: “Se favorece haciendo fuerza desde la tasa de interés para que todo se retraiga y los que puedan apuesten a las lebacs”. “El proyecto nacional es esa tasa porque desde la ortodoxia liberal se considera que así se ordena el número de inflación y otros que ven desordenados. Pero la pureza a veces deja a un montón de gente afuera y ni siquiera termina funcionando del todo porque no logran controlar la inflación, por ejemplo”, manifestó.

Del mismo modo, Fiscella fundamentó: “Cuando querés sacar dinero del mercado subís la tasa de interés y cuando querés regar de dinero el mercado para resolver un problema de la economía real, la tasa es del cero por ciento. Puede haber una fórmula pero es política”. En la actualidad es del 40 por ciento, con una inflación de los últimos 12 meses del 29,5 por ciento. Así la inversión se reduce cada vez más y la expectativa por las lebacs crece periódicamente.